Anna y Josep habían compartido toda una vida.
Se conocieron hace más de cincuenta años, en esa misma playa de Blanes. Ella trabajaba en una pequeña heladería, siempre con las manos ocupadas y la sonrisa lista. Él arreglaba redes en el puerto, con las manos llenas de sal y una mirada humilde que se escondía detrás del gesto sereno.
No fue una historia de película. Fue de las que se construyen día a día, con paciencia. De las que nacen con una conversación corta, un paseo al atardecer, un helado deshecho compartido. Empezaron a quererse despacio. Sin prisas, ni brillantes promesas.
Después de la guerra, el mundo era gris. Había poca comida, poco futuro, pero mucha esperanza.
Sobrevivieron trabajando de sol a sol, compartiendo largas noches en la cama fría, soñando en una casa propia, en una vida más tranquila. Vi marcharse gente querida, pero cada vez que la vida los sacudía, ellos se volvían a coger fuerte.
Tuvieron hijos y largas colas para conseguir pan. Lo aprovechaban todo, incluso los momentos de silencio. La casa se llenó de gritos y ternura. Celebraban cumpleaños con pasteles caseros, lavaban los platos riendo y cosían la ropa mientras recordaban canciones antiguas.
Y así, sin darse cuenta, pasaron los años.
Ahora tenían las canas. Los pasos de José eran lentos, pero seguros. Anna se cogía en su brazo como lo había hecho siempre, con confianza. Aquella noche regresaron al lugar donde todo había empezado: la playa de Blanes. Anduvieron hasta Sa Palomera, la roca que parecía quieta, pero que había visto crecer generaciones. Se detuvieron. José la miró con los ojos brillantes. Ella sonrió con la misma ternura del primer día.
Él le acarició la cara, y sin decir nada, la besó. Un beso lento. Un beso que llevaba en todas las noches compartidas, las batallas superadas, los abrazos silenciosos. Un beso que decía: "Gracias por todo." “Te quiero.” "Estoy aquí."
Las olas venían y volvían, como ellos. La luz de la tarde, suave, envolvía la playa como una caricia antigua. Todo se hizo silencio. Ni el viento se atrevía a hacer ruido.
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Comentaris
M'alegro molt que segueixis a Blogger. ;-)
Per cert, el traductor t'aconsello que el posis a la barra lateral, així no ocupa espai al post.
Aferradetes, Jordi.
Una abraçada.
He ha encantado esta tierna historia...ese es el amor verdadero.
Un abrazo.
Beautiful photo, and I use google translation, like you say, 'it works well'.
Un abrazo, Jordi.
All the best Jan
Una foto preciosa.
Un beso!